(presentía tu huracanada ausencia el reporte meteorológico)

bajo el pino

de tus estudiados versos

canto violeta

por si tu silencio me acompañase

mejor que la voz

y la ceguera que nos guio

cuando prometimos no rozarnos

las heridas al acostarnos

cubiertos de nada en excesos de tiempo


(presentía tu huracanada ausencia el reporte meteorológico)


ahora el aire nos arroja como siempre lo hizo

lejos, hondo, dispersos

s i g o b u s c a n d o e s c r i b i r t e m e j o r e s p a l a b r a s

porque el olvido no es

ahora remedio de añoranza

ni brea pegajosa para quitarle

vida al agua, como si todo

fuera la tierra girada

del día que llega


como ingrávidas pompas de jabón

que el pulgar de la noche reventó

con tus ojos de fuego,

tu miedo al cernícalo,

y mis manos de nada.

ahora, nada


fenómeno atmosférico que se repite y se repite y se repite

Jugar en exceso causa ludopatía

Artes gráficas propias

Lo que creo saber se me derrama por las orejas

como una sustancia viscosa

que el mareo de mi pupila delata.

¡Que la poesía albergue la acumulación de impactos!

Estos momentos traducidos en mi propio texto-otro;

que no te reconozco,

y las letras se entrelazan bajo la dinámica

del bus y sus llantas.

Mi periferia es una suerte de calco

de lengua muerta y texto olvidado.

Que el cuerpo y el género,

la mujer, el hombre y el gato;

un giro y un salto.

«¡Las manos en alto!»

Yo no digo mi nombre,

tú no sabes si existo

o si solo soy el ejercicio

de un algoritmo obstinado

en volver sus números trazos,

en dibujarte un paisaje con el trasvase de estos retazos.

Y si no es un tejido,

y la biopsia excreta el daño;

«la enfermedad no existe»,

repetías su canto.

Pero quienes eran ellos para hablar de locura

dentro de esas cuatro paredes del extraño,

si se olvidaban haber nacido

cada que cruzaban los pasos.

Los espejismos son más que engaños.

Ella no va a quedarse en su tercera persona,

y él va a jugar hasta que la vida no se le regrese más.

Y todos dirán, al unísono,

que algo esperan.

Pero tú escribirás que no tienes nombre

ni sexo entre las piernas.

Cortarás todas las etiquetas de las ropas,

porque la exacerbación de tu piel se niega a las clasificaciones.

Inviertes y miras con las manos,

tocas con los ojos;

te amputas las pestañas

y aprietas los dedos

mientras lloras con la lengua.

Con el sabor que tras la confusión sale de color grismarrón

pintas la tierra

que sale y entra,

o estoy muy dentro o muy fuera.

Adicta al rebote,

voy yendo rotosloshuesos

y aun así no duelo la carne

que pierdo cada que te digo que no comprendo

el goce de la muerte colectiva

en una sociedad de sabuesos.