(presentía tu huracanada ausencia el reporte meteorológico)

bajo el pino

de tus estudiados versos

canto violeta

por si tu silencio me acompañase

mejor que la voz

y la ceguera que nos guio

cuando prometimos no rozarnos

las heridas al acostarnos

cubiertos de nada en excesos de tiempo


(presentía tu huracanada ausencia el reporte meteorológico)


ahora el aire nos arroja como siempre lo hizo

lejos, hondo, dispersos

s i g o b u s c a n d o e s c r i b i r t e m e j o r e s p a l a b r a s

porque el olvido no es

ahora remedio de añoranza

ni brea pegajosa para quitarle

vida al agua, como si todo

fuera la tierra girada

del día que llega


como ingrávidas pompas de jabón

que el pulgar de la noche reventó

con tus ojos de fuego,

tu miedo al cernícalo,

y mis manos de nada.

ahora, nada


fenómeno atmosférico que se repite y se repite y se repite

La sombra de un anhelo

La imaginación no pudo salvarnos.
Lo que la realidad no concibió
fue el juego de engaños.

Riendo y callando,
llorábamos los muros secretos
pobremente resguardados.

«Tan poca vida para andar ocultando»,
revelábamos cada mañana
en la contradicción de quitarle al silencio
con más eclipses su velo.

Tú removías las tierras
y yo las soplaba hasta esparcir la arena.
No se sabía quién volaba
ni quién se sumergía en ese tormento.

Le alquilábamos al tiempo una laguna
para concederle al olvido una memoria
que líquidamente conquistaba las horas.

Levantábamos fogatas de ira demorada,
ya las sangres quemaban lo mismo
que la andanza en puntillas de extremidades tensionadas.

Nos vimos como iguales
en la opacidad de un deseo.
No hay un más allá tras un cielo negro,
la mirada se despierta en otro sueño.

Abiertas todas las ventanas
y cerradas todas las puertas,
despido a la avidez del eco
con las ondas de la sombra de un anhelo.

Más de 13,000 pelícanos han muerto por gripe aviar

Se figura una fórmula

Perder el entretenimiento

de la asociación de palabras,

y negarle así al sentimiento

un antaño anhelado.

Que la poesía es un juego de espejos

y la multiplicación de la evocación permite

la transmisión de una frecuencia, 

(escuchada por)

los oídos que dejan de ser humanos

para transmutarse en caracolas y tambores.

Escribir de la Vida y la Muerte,

como si las raíces fueran anclas de mamíferos

en sus extremidades ingrávidos;

y los huesos,

armazón de invertebrados ucrónicos.

Insolencia e irracionalidad,

un absurdo desplegado

sobre la consciencia del quiasmo;

cual viaje que confunde 

cada uno de sus pasos.

Las preguntas se oponen a la certeza,

como una picazón entre pliegues 

                               (escondida)

que la lengua alivia cuando recompone

al alma que se reconstituye.

Al proceso solo le sirve 

como bandera el tiempo.

El fin solo se apuesta 

cuando consume su rostro.

Pero las máscaras son apariencias

de experimentación simbólica;

se figura una fórmula:

se entrama el verso

desde el consuelo de un verbo.

rosa de los vientos

naufraga el amor de la Medusa

encalla la muerte en otras tierras

(y tira todas esas anclas

des/cor/dadas

por la borda)

la Stultifera Navis finalmente choca

con la rosa

su viento

y aroma

izo una pequeña vela
        (cierta esperanza)
y alientas de a tres la llama
           (en algún horizonte)

La balsa de la Medusa / La nave de los locos

Le Radeau de la Méduse (La balsa de la Medusa) – Théodore Géricault

Ilustración para Das Narrenschiff (Stultifera navis/La nave de los locos) de Sebastian Brant – Albrecht Dürer